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Opinión
¿Es la pedagogía una ciencia?
Acabo de leer un artículo en Cuadernos de Pedagogía, titulado “la pedagogía del
esfuerzo no es una pedagogía humanista”, en el que se hace corresponder un alegato
pedagógico con una determinada ideología, en este caso la neoliberal.
Juan Francisco Martín del Castillo,
Doctor en Historia y Profesor de Filosofía. Las Palmas de Gran Canaria
Hace ya unos años, un reconocido portavoz de la reforma edu- en la negación de aquello que se omite, esto es, el valor científico
cativa, Adalid de la renovación de los modelos clásicos en la es- de las opiniones contrarias al dogma hegemónico. Quiere decirse
cuela y, para más señas, responsable directo de la promulgación que la pedagogía rehúsa la ciencia, si bien la exhibe como defensa
de la LOGSE, escribía varias advertencias, curiosamente vertidas ante la crítica de los sectores reacios a sus principios. Es una há-
en el formato del periodismo de libre opinión (Á. Marchesi, bil maniobra, hay que reconocerlo, pero preñada de un cinismo
“Ideología y educación”, El País, noviembre de 1995), en las que que sólo cabe en las mentes de aquellos que llevan décadas con-
descubría la presencia de valores ideológicos en la aparentemente trolando con mano férrea la práctica docente en España. En un
inocua práctica docente. No quedaba ahí su análisis, segundo plano, pero de idéntico perfil crítico, habría que ra-
puesto que refería que de tal postulado ideológico zonar las peculiares consecuencias en que deviene un dis-
se derivaba una explícita pedagogía resultante. curso que se sabe ideológico. Si la pedagogía universi-
En 2009, un profesor de Matemáticas, ¿Es la taria, como venimos insistiendo, relaciona estrecha-
Ricardo Moreno Castillo, autor del bri- pedagogía una mente la ideología con la lectura política de los
llante Panfleto antipedagógico, se hacía la acontecimientos y, por supuesto, con las legítimas
misma pregunta que el titular que cobija ciencia? ambiciones de un proyecto social fraguado en
estas palabras. Su respuesta era demoledora Absolutamente, no, al ésta, ¿qué resta del criterio científico en su desa-
al deducirse, tras realizar la pertinente rrollo, acaso el lenguaje? La respuesta es un sí ro-
prueba, que la pedagogía era, en realidad, menos en su actual tundo, como no podía ser de otra forma.
un discurso vacuo y sin ideas que a lo más formato
que aspira es a sonrojar al científico e irritar al No sé si se recuerda el famoso “caso Lysenko”, ocu-
rrido en la extinta Unión Soviética, allá por la década
profesorado, y esto último con ahínco.
de los treinta del siglo pasado, en el que un ingeniero agró-
No transitaré por el camino abierto por Moreno Castillo, porque nomo quiso desmentir a las leyes de la genética en beneficio de
lo que bien está no necesita de mayor abundamiento. Lo que voy la ideología imperante en la nueva nación, prestando así un ser-
a defender es que es la misma pedagogía la que rehúye lo cientí- vicio impagable al socialismo. Incluso, fue bendecido por el má-
fico, la que en sus discursos y pronunciamientos tiende a herir de ximo dirigente del momento, Stalin, quien le remitió efusivas car-
muerte lo poco que le queda de ciencia. Al comienzo, di infor- tas de apoyo y reconocimiento en su labor supuestamente cien-
mación de cómo dos reputados pedagogos universitarios, uno en tífica. Con el paso del tiempo, la confusión entre ciencia e ideo-
el pasado y otro en la actualidad, mantienen que la pedagogía es, logía hizo aflorar la indignación entre los verdaderos científicos,
en su esencia, la traslación de la ideología a unos postulados edu- que, alarmados ante el despropósito propuesto por Lysenko, no
cativos. Y, al parecer, lo afirman con pleno conocimiento del va- ahorraron esfuerzos por recuperar el genuino sentido del discurso
lor y alcance de sus palabras, quizás sin detenerse a pensar en lo científico. Mucho molesta que ahora se identifique a la pedago-
qué se ha querido decir en lo oculto de ellas. Utilizando su pe- gía con aquellos años de oscuridad, con aquellos incipientes pa-
culiar fraseología, siempre ha de existir un currículo al margen sos hacia la negación de la razón, con aquella política de repre-
del oficial, que, se quiera o no, determina y modela la realidad de sión descarnada hacia todo lo que supusiera un espacio destinado
la enseñanza. Por seguir con el planteamiento hasta su fin, lo que al espíritu de libertad, pero ha sido ella misma la que ha ido al
haría cualquier científico en recta obediencia a la racionalidad de encuentro de esta situación al convenir, sin el mayor escrúpulo,
su método, ello lleva a reflexionar sobre determinados puntos que sus contenidos con los de la ideología, como hiciera el malogrado
pudieran estar también en lo oscuro de la pedagogía, tal y como Lysenko.
la entienden sus servidores.
En definitiva, ¿es la pedagogía una ciencia? Absolutamente, no,
En primer lugar, si la pedagogía es pura ideología travestida en al menos en su actual formato, y porque así lo han querido sus
formulaciones educativas, qué necesidad hay de fundamentar propios representantes. Sólo queda que la inteligencia rompa con
científicamente sus principios. Lo único necesario, en tal caso, es el sectarismo del modelo constructivista, que el dogma abandone
la difusión de sus postulados y, una vez conseguida la completa las facultades de Ciencias de la Educación y que la razón, y sólo
proyección social de sus mensajes, impedir el cuestionamiento de ella, vuelva a ocupar el sagrado lugar que le usurparon en su día
los mismos por las más diversas vías, aunque todas coincidentes los falsos apóstoles de la pedagogía.
Enero - febrero 31