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EL RINCÓN DEL DEFENSOR DEL PROFESOR






                                                       LA CARGA DE LA PRUEBA






                                                                               Por Inmaculada Suárez,
                                                                    secretaria estatal de comunicación.
                                                         Coordinadora estatal del Defensor del Profesor

        A los alumnos se les está acostumbrando a gozar de impunidad al aceptar como

        buenas sus mentiras o verdades a medias. No son casos aislados. Calumnias que
        se cocinan a solas, en pequeños grupos o en familia están a la orden del día, pero

        lo triste del caso es el crédito que esto merece desde ciertos sectores educativos

                     Se puede entender, aunque no disculpar, esa espe-  mi cabeza. ¿La causa? Las falsas acusaciones de dos
                     cie de resentimiento que se apodera del alumno  alumnas ¿Presunción de veracidad? La que se les
                     cuando ve que su ansia de protagonismo y su lide-  otorgó a ellas o a los padres porque lo que es a mí,
                     razgo se tambalean. Su ego se siente amenazado y  me veo en la tesitura de buscar testigos que cuen-
                     estará dispuesto a “embestir” contra cualquiera que  ten lo que realmente ocurrió, pidiendo escritos que
                     quiera arrebatarle el protagonismo adquirido. La  me avalen, contestando a pliegos de cargo con plie-
                     poca resistencia que tiene a la frustración le lleva al  gos de descargo y todo ello mientras pierdo el sueño
                     resentimiento. Un resentimiento fácil de provocar y  y la salud ante la posibilidad de verme sancionado
                     que da pie a que un suspenso, una llamada de aten-  sin empleo y sueldo como ya se ha encargado de in-
                     ción, un parte de incidencia o cualquier otro hecho  formarme el inspector instructor. ¿Y los compañe-
                     desencadenen una reacción con consecuencias im-  ros/as profesores cómo reaccionan? Aquí está el
                     previsibles para el profesor que se interpone en su  quid de la cuestión porque, muy en el fondo o qui-
                     camino.
                                                                     zás no tanto, el primer pensamiento que les asalta
                     ¿Quién puede observar sin sentir pena de uno    es el de “algo habrá hecho”. Es curioso comprobar
                     mismo como colectivo las consecuencias y reaccio-  la fácil predisposición que se tiene a aceptar como
                     nes desproporcionadas que se desencadenan en es-  cierta la palabra del alumno/a a pesar de que el ado-
                     tos casos?                                      lescente que comparece ante la dirección del centro
                                                                     lo haga utilizando en su exposición una actitud pre-
                     Con la Ley de Autoridad aprobada en la mayor parte
                                                                     potente, violenta y complaciente que más parece re-
                     de las comunidades autónomas se suponía que se  godearse con el daño que podrá causar al acusado
                     había dado un gran paso. La presunción de veraci-  que sentir como propia la supuesta ofensa que se le
                     dad del profesor estaba asegurada. Y aquí es    ha infligido.
                     cuando a alguno de nosotros se le pone cara de pó-
                     quer y dice: ¡ ja !, que me lo cuenten a mí que llevo  En estas actitudes que en ocasiones se mantienen
                     dos meses que ni duermo ni descanso con la espada  desde la Administración, direcciones de los centros
                     de Damocles en forma de expediente pendiendo de  y compañeros se encuentra el verdadero problema.
                                                                     Cumplamos con la Ley. Si existe una acusación, el
                                                                     que la hace que soporte la carga de la prueba y que
                                                                     aporte los testigos o cualquier otro medio válido
                                                                     que demuestre la veracidad de lo denunciado.
                                                                     No basta con lamentarnos cuando nos convertimos
                                    Si existe una acusación,         nosotros en protagonistas, no basta con mirar para
                                 el que la hace, que soporte         otro lado mientras nos llega el turno. O como co-
                                                                     lectivo alzamos la voz y exigimos que el que acusa
                                      la carga de la prueba y        falsamente no goce de impunidad y sufra las con-
                                     demuestre la veracidad          secuencias o veremos con impotencia cómo al final
                                                                     se cumple algo que cada día tienen más interiori-
                                             de lo denunciado        zado padres y alumnos: ante cualquier conflicto que
                                                                     surja en el aula el más perjudicado por no decir el
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