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Colaboraciones
le hice al primero dio cumplida reprobación al se- cretos de derechos y deberes del alumnado para re-
gundo. No obstante, la pregunta anterior –tradúz- frendar la irresponsabilidad moral y disciplinaria,
case en los siguientes términos: ¿para qué te es- educativa en suma, en que han devenido las con-
fuerzas? ¿Para qué te diferencias del resto?– es la ductas de los discentes.
que marca la realidad educativa de nuestras aulas.
Esto ha originado que una corriente, aparente-
Otro de los motivos que, tanto al estudiante como al mente superada de la pedagogía, vuelva por sus an-
profesor, animan en su actividad diaria es la justicia. dadas. Me refiero al paternalismo pedagógico, una
Justicia en los rendimientos y justicia en la evaluación. suerte de inopinada benevolencia en todo cuanto
Las sucesivas leyes educativas, así como los distintos se relacione con la debida formalidad del estu-
ordenamientos de las comunidades autónomas, diante, sea en lo curricular como en lo actitudinal.
echan por tierra este sacrosanto empeño del proceso Y, por descontado, este proceder de la pedagogía
de enseñanza y aprendizaje. De un plumazo, lo apar-
nacional ha cambiado el concepto que el propio
tan del horizonte de la labor de los profesionales. Es
más, insistir en la necesidad de ajustar la evaluación alumno tiene de su comportamiento y de sus apti-
tudes, pues le ha hecho acreedor a un síndrome,
a los rendimientos reales de cada individuo, en per-
fecta sintonía con una idea veraz, ecuánime y digna, como el del “emperador” entre los de menor edad,
en el que la responsabilidad queda atenuada o di-
a la par que rigurosa con la exigencia en los criterios
y contenidos curriculares, aboca a una conflictividad luida por la de los otros, la de los profesores, en pri-
inesperada. Una compañera de Lengua Castellana y mera instancia, y la de la familia o la sociedad en un
Literatura, en la finalización del curso pasado, me ámbito de mayor extensión. El fracaso educativo ya
confesaba, con asombro en la expresión, que en tal no es el fracaso de fulanito y menganito, sino de la
instituto de la isla de Gran Canaria las reclamaciones incompetencia de los docentes, de la situación fa-
a las calificaciones de Segundo de Bachillerato habían miliar o las convulsiones sociales. Educar así, en la
batido un récord histórico: ¡superaban el centenar! creencia de que los demás son los responsables de
Ambos coincidimos en el dictamen posterior. El rela- nuestros particulares errores, dice muy poco de
tivismo pedagógico, es decir, la ausencia de un crite- nuestro sistema de enseñanza y, lo que es peor,
rio único y absoluto en el reconocimiento de los es- desde el futuro que nos aguarda, dibuja un pano-
fuerzos realizados por el alumnado, unido a la pre- rama social de individuos adocenados, completa-
sión ambiental (familia y autoridades del ramo), ha- mente alienados y en continua busca de una res-
cen que el ideal de justicia en la educación haya clau- ponsabilidad diferida. Hombres y mujeres cuya única
dicado tristemente. Por eso, abogo, aquí y donde sea,
ambición se cifra en que alguien, el Estado quizá,
por una ley educativa que haga de lo justo más que resuelva sus problemas.
un deseo o, lo que ha venido siendo hasta ahora
mismo, un completo apaño de dimensiones morales La nueva ley educativa ha de fijarse, como hilo prin-
difíciles de cuantificar. cipal de su disposición textual, el que los estudiantes,
los adultos españoles del mañana, sean individuos ca-
Los alumnos, por el contrario, sí que han sabido en-
paces, autónomos y perfectamente conocedores de
tenderlo. Han comprendido que la educación, en
nuestros días, más que la transmisión de conoci- sus responsabilidades. Por de pronto, no han de ig-
norar que cualquier acción tiene una reacción y, en
mientos, la instrucción en tales o cuales competen-
cias o el desarrollo integral de la persona, es una especial, una respuesta institucional ajustada a la
manera de colmar unos objetivos. Pero, de qué ma- magnitud de los hechos que la originaron. Para ter-
nera. Desde la LOGSE, la responsabilidad de aqué- minar, esto es lo que se le ha venido hurtando a los
llos, de los jóvenes que se sientan en las aulas de sistemas educativos en estas décadas, el valor de lo
cualquier punto del territorio nacional, ha quedado ejemplar y la asunción de las consecuencias de los ac-
en suspenso. Esto merece una explicación: los vete- tos tanto individuales como colectivos.
ranos de la enseñanza siempre nos recuerdan a los No me hago falsas ilusiones. No sé si esta Ley
que todavía estamos en activo que, en otros tiem-
Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa
pos, el estudiante debía conjugar su verbo, el estu-
diar, en primera persona porque, de no hacerlo, al- (LOMCE) satisfará estos tres supuestos de la ense-
ñanza intemporal, pero, al menos, alguno de ellos
guien le iba a recordar cuáles eran sus responsabi-
lidades. La severidad del mensaje dependía, por su- ya está recogido en el texto que le sirve de justifi-
cación expositiva. Por el bien de todos, por el de los
puesto, del compromiso paterno con el hijo, pero,
en aquellos lustros, la garantía de que el mismo lle- estudiantes y por el de los profesores y los progeni-
garía a su receptor nadie la ponía en entredicho. tores, uno desea que la crítica situación de la edu-
Pasados unos años, con la entrada en vigor de la cación en España cambie y repunte en los principa-
Ley Orgánica General del Sistema Educativo –y, no les indicadores. Pero, nada de esto se dará si no se
me olvido, las que le siguieron– este simple es- corrigen estos males que minan cualquier expecta-
quema moral perdió por completo su vigencia. No tiva futura. Hagamos de nuestros alumnos seres li-
hay más que echar un vistazo a los diferentes de- bres, justos y responsables. 41
ABRIL-MAYO 2013