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Colaboraciones
UNA REFORMA
NECESARIA
Juan Francisco Martín del Castillo
Doctor en Historia y Profesor de Filosofía
(IES Arguineguín). Las Palmas de Gran Canaria
Reforma Wert, LOMCE, o como quiera ser llamada, pero es necesaria una
reforma profunda y radical en el actual sistema educativo.
Los indicadores, tanto nacionales como los registra- Nadie puede negar esta evidencia, salvo el que avie-
dos por los organismos no dependientes del estado samente confunda lo ideológico con lo pedagógico.
español, reflejan que la educación de nuestro país Las ambiciones de los alumnos, de las personas al fin
entró, hace ya bastante tiempo, en una deriva in- y al cabo, están amparadas por sus derechos, y, de en-
sostenible. Como docente en activo, he de padecer tre ellos, uno de los más importantes es la libertad.
la realidad de este diagnóstico, enfrentarla en la me-
Y, sin embargo, el modelo de enseñanza implantado
dida de mis fuerzas y, sobre todo, ponerle coto en lo
que, humana y profesionalmente, se pueda. No soy lo ha malogrado, convirtiéndolo en una caricatura
de sí mismo. Se dice que los alumnos son libres de
de natural pesimista, ni tampoco persona entregada elegir, pero, por otro lado, se les impide la diferen-
a los sortilegios mágicos, y, por eso, creo que cual-
cia entre ellos. Esta contradicción, más que mani-
quier reflexión que se deba hacer sobre el ámbito fiesta en el orden evaluativo, necesita de una reso-
educativo debe estar presidida, por encima de todo,
lución que ninguna ley ha sabido aprontar. De qué
de razones. Las razones y motivos de la experiencia le sirve a un chico que se le brinden oportunidades
y el constante contacto con la realidad que se trata para un desarrollo integral si, en la cruda realidad,
de analizar y corregir. Tres son los pivotes sobre los no se siente justamente recompensado por sus es-
que gira la enseñanza y que, hasta donde me alcanza
fuerzos o por su talento.
la memoria, tres décadas al menos, han sido absur-
damente ignorados por las autoridades del mundo La atención a la diversidad, que en su momento fue
educativo. Libertad, justicia y responsabilidad. vista como la panacea para una equitativa evalua-
ción de los saberes o competencias, ha jugado a la
El igualitarismo ramplón de los modelos educativos, contra en este sentido. Cuando uno contempla que
incluido el actual, ha producido que los individuos
el de al lado, en razón de su diferencia, obtiene el
sientan la necesidad del esfuerzo, el trabajo deno- beneficio del aprobado, aun sin haber abierto un li-
dado, la persistencia en los resultados, o la mejora
bro a lo largo del curso, tiende a enrabietarse en los
de sus rendimientos, como algo inútil, insustancial. primeros instantes, pero, tras un breve período de
El saber, desde la partida inicial, que tanto unos tranquila reflexión, el juicio impone la relajación.
como otros, tanto los talentosos como los medio- Por lo que postulo es, precisamente, porque se res-
cres, van a llegar al mismo punto de llegada, a la
pete la libertad en todas las direcciones. Si hay que
misma meta, sin reconocimiento de las diferencias atender por igual al que no llega o al disruptivo, por
por grandes que fueran, frustra el espíritu de pro-
qué no ha de procurarse una estrategia individuali-
greso intelectual.
zada para el que reúne las condiciones mínimas para
ser calificado como trabajador o, incluso más, para
el que está bendecido por la dignidad del talento.
El igualitarismo ramplón El viernes pasado, en clase de Educación Ético-Cívica,
me quedé maravillado por la redacción argumenta-
de los modelos educativos, incluido tiva de uno de mis alumnos. Al escuchar sus res-
el actual, ha producido puestas, me vi gratamente sorprendido por la pre-
sencia en ellas de un estilo literario muy depurado
que los individuos para su edad y nivel. Por supuesto, lo reconocí en
sientan la necesidad del público, porque era de justicia hacerlo, y aquí sur-
gió una nueva sorpresa, bastante elocuente en re-
esfuerzo como algo lación a lo que se trata. Un compañero que se sen-
inútil. taba justamente a su izquierda, le suelta: “¿para
40 qué escribes tanto?”. El comentario laudatorio que
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