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OPINIÓN


                  Nada           presupuestos  sobre  los  que  se  del derecho de los más débiles a seguir con su propia vida. Es la
                                   asienta la pedagogía de la irres-  perfecta combinación de la calibrada represión y el método edu-
             cambiará si no         ponsabilidad que tanto per-  cativo la que termina por devolver a la sociedad a aquellos des-
          se actúa de manera         juicio  ha  ocasionado  a  la  carriados, a los que ya se creía prácticamente irrecuperables.
                                      educación.
         contundente sobre los                                 En España, la nula preocupación por atajar la cruel dinámica del
                                      Los  países  del  norte  de  acoso escolar se aprecia en la ausencia de un programa integral de
          que hacen vejación          Europa lo tienen muy claro.
                                                               atención y sanción a los que quiebran los usos jurídicos de la de-
           de los derechos de        Ante todo, incluso antes que  finición de normalidad social. De nuevo, la inquietante supre-
                                    la obligada evaluación psicoló-
              los acosados        gica de los envueltos en el mal-  macía de lo emocional sobre lo disciplinario, del sentimiento so-
                                                               bre el derecho, perturba la razón de las cosas. El apostar única-
                                trato adolescente, propinan un co-
                                                               mente por el aprendizaje emocional, en la prevención y control
                            rrectivo ejemplar, precisamente el que se
                                                               de las conductas reprochables desde el punto de vista moral y pe-
        echa de menos en estas latitudes. Una de las naciones que ha visto
                                                               nal, como es el caso, por encima inclusive de su valoración pu-
        anticipadamente la necesidad de arbitrar semejantes medidas es
                                                               nitiva, mal se compadece con el supuesto ánimo reeducador de
        Alemania, donde se llega al extremo de aislar a los acosadores,  tales medidas. Lo que el chico deduce de estas respuestas a su in-
        pero no sólo de su círculo próximo, sino de cualquier referencia
                                                               noble proceder es que tan pronto se difumine el alcance de sus
        social básica. Tiene suscritos acuerdos con algunos estados limí-
                                                               desmanes, se acabará el interés por el progreso de su actitud ante
        trofes para, sobrevenida la eventualidad, montar comunas de re-
                                                               los demás. En realidad, esto del aprendizaje emocional es una su-
        educación en los parajes más inhóspitos y despoblados con la fi-
                                                               til coartada para que todo siga exactamente igual.
        nalidad de insuflar el aliento por la convivencia de aquellos que,
        sin ningún tipo de remilgos, son considerados como auténticos  La trágica lección de lo ocurrido a Diego es tan simple como es-
        indeseables. Tal apartamiento, sin redes sociales ni cualquier otro  casamente atendida. La “falsa tolerancia” –como así la llama
        asidero psicoafectivo, provoca una reacción de negación, en un  Savater– de aquellos que niegan el valor educador de las restric-
        principio, pero, poco después, con la sabia intervención de profe-  ciones a los menores sólo produce lo que se intenta evitar, la ex-
        sionales del medio educativo y clínico, los chicos asumen al fin la  tensión del fenómeno de la indisciplina y el acoso entre iguales.
        maldad de sus acciones y contemplan como legítimo que el vivir  Luchemos porque la palabra “responsabilidad” salga del diccio-
        con los demás, el ser aceptado en el grupo, no implica el desprecio  nario y se haga realidad entre nuestros jóvenes.


















































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