Page 28 - anpe_553
P. 28

OPINIÓN








                                                      JUICIO AL FUTURO.


                                                      PARTE 2. LOS PADRES







                                                                             Por Justo García Ródenas,
                                                                           presidente de ANPE Albacete






                                                      Guillermo y Raquelilla esperaban de pie, con las ma-
                                                      nos detrás de la espalda, cerca de la puerta. Su papá
                                                      les había prometido que Marta les prepararía cho-
                                                      colate caliente y bollos si se portaban bien mientras
                                                      ellos estuvieran fuera.


                     Juan Pedro dio un cariñoso beso a su hija y revolvió  Raquel parecía asustada. Juan Pedro dejó las bolsas
                     con dulzura el flequillo del pequeño, cogió las dos  en el suelo y le susurró al oído tranquilizándola:
                     grandes bolsas de lona y salió de su casa. Raquel, su  ¿Recuerdas aquellas palabras que dije cuando na-
                     mujer, lo esperaba ya en la calle. Ella sujetaba una  cieron los gemelos? Raquel sonrió: ¡Claro que me
                     enorme pancarta en la que se podía leer “Basta de  acuerdo,  cariño!  Dijiste  muy  emocionado  que
                     recortes  en  educación”,  pintado  con  rotulador  cuando el peligro acechara, te tendrían cerca para
                     grueso permanente.                              protegerlos, dijo Raquel recordando un momento
                                                                     feliz de su vida. ¿Crees que ese momento ha llegado,
                     Mientras caminaban en dirección a la manifestación,  cielo?, preguntó Juan Pedro separándose de ella
                     Raquel se fijó en el esfuerzo que costaba a su ma-  unos pasos.
                     rido transportar los pesados bultos... su rostro se en-
                     tristeció un poco. ¿Estás seguro?, le preguntó en un  Unos  instantes  de  silencio  precedieron  a  su  res-
                     susurro. Nunca he estado tan seguro de algo, le res-  puesta: ¡Creo que sí, cariño! Ha llegado el momento,
                     pondió él entre soplidos. Aunque Raquel no podía  respondió Raquel alzando su voz para que pudiera
                     coger de la mano a su esposo, trató de ayudarle con  oírla su marido, que ya se alejaba. Sé valiente, cielo,
                     una de las bolsas. Habían compartido tantas cosas  y dales a los niños un beso de buenas noches. Te
                     juntos…                                         quiero, se despidió Juan Pedro mientras avanzaba al
                                                                     centro de la calle llevando las bolsas de lona.
                     Pronto llegaron al lugar de la manifestación. Había
                     un pequeño grupo de padres y madres congrega-   Al mismo tiempo, otros manifestantes habían hecho
                     dos ante el Ministerio. No eran muy numerosos,  lo mismo y, antes de que la policía pudiera reaccio-
                     pero serían suficientes. Todos portaban pancartas y  nar, sacaron de las bolsas unas pesadas cadenas, se
                     otros, como Juan Pedro, habían llevado bolsas que  unieron en un abrazo colectivo y se encadenaron
                     sujetaban con esfuerzo. Probablemente habría un  unos a otros. La calle estaba bloqueada, el tráfico
                     par de policías antidisturbios por cada manifes-  detenido. Internet había funcionado a la perfección.
                     tante, todos ellos situados a ambos lados de la ca-  La policía recibió una orden...
                     lle y enfrente del edificio, prácticamente ocupando
                     todo el espacio disponible.                     Raquel pudo volver la cabeza mientras corría hacia
                                                                     su casa y vio como la policía avanzaba hacia los en-
                     Los manifestantes lanzaban al aire sus consignas en  cadenados con las defensas en alto. Con lágrimas en
                     contra de los recortes, por la calidad de la educación,  los ojos, pudo atisbar por una última vez la cara de
                     por el futuro de los niños, agitando sus pancartas,  su marido que apretaba los dientes, encadenado de
                     haciendo sonar sus silbatos... Los policías se limita-  los pies a la cabeza, amarrado a otros diez o doce
                     ron a ajustarse sus cascos y apretar con fuerza sus  padres y madres, tumbado en el suelo y aún así, son-
       28            defensas.                                       riente.
     ANPE 553
   23   24   25   26   27   28   29   30   31   32   33