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Colaboraciones


                                                             En numerosas ocasiones, me asusta tremendamente una  idea que
                                                             defienden con fervor, quiero creer que no todos pero sí una ma-
                                                             yoría de padres y profesores: ¡el niño tiene que sacar sobresaliente
                                                             en todo!... Vale, perfecto, muy bien. Pero, ¿cuáles son las razones
                                                             o intereses que nos obligan a aferrarnos a tal frustrante exigen-
                                                             cia?  Esto no es negociable, de verdad, es impresionante inter-
                                                             cambiar opiniones de todo tipo con la gente, pero cuando se trata
                                                             de argumentarles que esta idea es poco probable que se materia-
                                                             lice, ya no “tirando” de estadísticas que avalan lo contrario, sino
                                                             de estudios de desarrollo cerebral desigual por hemisferios y otros
                                                             tantos... ¡nadie se apea del asno!
                                                             Puedo entender que en un entorno competitivo, en una prueba
                                                             específica en la que nos jugamos un puesto de trabajo (ámbito la-
                                                             boral), una medalla (élite deportiva), una chica (el amor), nece-
                                                             sitemos ser los empleados más capaces, el corredor más rápido, el
                                                             chico más simpático y guapo, tiene sentido. Sin embargo en la
                                                             escuela... ¿cuál es el objetivo principal? Pues aun revisando con
                                                             profundidad leyes educativas, no se consigue llegar a la conclu-
                                                             sión  de  que  el  objetivo  de  ésta  sea  sacar  dieces  en  todo.
                                                             Sinceramente, nunca entendí ni entenderé la potente defensa de
                                                             tal barbaridad. Pero bueno, es un asunto que requiere una extensa
                                                             dedicación y que profundizaremos más  en otra ocasión.
                                                             En términos económicos, el momento histórico en el que nos en-
                                                             contramos ahora es, curiosamente, el que más nuevos multimi-
                                                             llonarios jóvenes genera, debido al poder de sus descubrimientos
                                                             y entusiasmo emprendedor que inunda velozmente cada rincón
                                                             del planeta en milésimas de segundo. Sin embargo, el que hereda
                                                             un negocio ya inventado, que es altamente rentable y aun ha-
                                                             biendo aprendido correctamente a gestionarlo porque alguien se
       lo tanto, estaríamos en lo cierto al desear aprovechar este poten-  lo enseñó, necesita toda una vida para hacer algo de fortuna.
       cial en nuestros hijos tanto en casa, en la calle y como no, en el
       colegio ¡Parece tan sencillo! Y es aquí donde nos llega la “obli-  Esta evidencia del cambio debe empujarnos a caer del sofá de la
       gada” complejidad del asunto...                       pereza y la desidia, cuya inercia nos obliga a afirmar lo que los
                                                             medios desean que afirmamos y a negar lo que les conviene que
       “Explotación madurativa” es el término con el que me voy a re-  neguemos. En ese instante descubriremos que haciendo uso de la
       ferir a los momentos clave, ventanas de oportunidad, o simple-  magnífica democracia del conocimiento de la información de la
       mente puntos cronológicos en los que, a lo largo de la vida, emi-
                                                             que todos disponemos en estos tiempos, en los que “agarrando”
       timos señales indicando que estamos listos y además motivados
                                                             un simple portátil, seguiremos creciendo al descubrir, comparar
       (esencial este último requisito) para darnos un atracón de cono-
                                                             y construir por nosotros mismos el propio conocimiento del
       cimientos y habilidades los cuales irán rodados, sin palancas, sin
                                                             mundo.
       apenas esfuerzo, uno tras otro, con postre incluido y ¡aún quiero
       y puedo con más! Estoy seguro de que recuerdan uno de esos epi-  Por todo lo anterior, nos daremos cuenta pues, de que también
       sodios de su vida en el que, no se sabe por qué, fueron capaces.  aprender, mucho más que la maestría de enseñar, tiene su truco
       Nunca habrían apostado por conseguirlo, no iba con ustedes,  y no es otro que buscar y generar pacientemente momentos de
       pero por alguna razón misteriosa ¡eran los mejores! y además...  oportunidad, en los que volcaremos todo nuestro potencial hu-
       ¡insaciables!                                         mano con la finalidad de conseguir una explotación madurativa
       En la escuela, agrupamos a los alumnos por edades cronológicas  lo más intensa y extensa que nos permita la pasión y motivación
       (con un año de margen), que en muchas ocasiones, no van de la  del momento.
       mano con sus edades madurativas: recordemos que un niño que
                                                             Sinceramente, lo curioso de todo esto, como afirmábamos en lí-
       nace un día uno de enero puede entrar al colegio con más de tres
                                                             neas anteriores, es que tanto en la escuela como en la vida misma,
       años y medio y “codearse” con otro de dos que nació en diciem-  no hay nada nuevo que enseñar, sino todo un mundo viejo que
       bre. En definitiva, alrededor de un año de diferencia y es más, el
                                                             reinventar y no hay nada viejo que aprender, sino todo un mundo
       primero disfruta de una ventaja respecto del segundo ¡de un ter-  nuevo por descubrir.
       cio de su vida! Esto es evidente que no es un agrupamiento ma-
       durativo, ya de entrada, por lo tanto no tendrá lugar de forma  si-  Y ya saben: qué será mi hijo de mayor también depende de nues-
       multánea y homogénea la explotación madurativa.       tra implicación.

                                                                                               Abril - mayo 2014  35
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