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EL RINCÓN DEL DEFENSOR DEL PROFESOR
Enfermedades profesionales: una asignatura pendiente
Sufrir estados de ansiedad, convivir con el estrés y sobrellevar periodos de
depresión, son cuestiones tan comunes en el profesorado que acaban convirtiéndose
en compañeras, poco gratas, pero al fin y al cabo compañeras de viaje en nuestra
profesión. Los datos hablan por sí solos.
Por Inmaculada Suárez, secretaria estatal de comunicación.
Coordinadora estatal del Defensor del Profesor
Ajena a esta realidad, la Administración educativa se resiste a acep- al implicado a una baja laboral. Y aquí llega la paradoja. Al pro-
tar que existen determinados trastornos de origen psicosocial pro- fesor se le inflige un doble perjuicio: la enfermedad que sufre como
vocados por situaciones derivadas de la función que se desem- consecuencia directa del desempeño de su función docente y la
peña- que ni el profesor busca, ni está en su mano controlar- que sanción que recibe de la Administración, al considerar que es me-
son capaces de acabar con su salud física y mental. recedor de un descuento en sus retribuciones.
Sin cuestionar la capacidad de la Administración para requerir En el desempeño de nuestra profesión y como consecuencia del
cuantos documentos considere oportunos que acrediten la exis- mismo surgen distintos problemas que provocan indefensión to-
tencia de una consecuencia directa entre la lesión producida y el tal y que le llevan al profesor a sufrir un grupo de enfermedades
servicio prestado a la administración, carece de sentido que, una y dolencias típicas de los trabajadores de la enseñanza que –a pe-
vez demostrado, se nos busquen las vueltas para negarnos la ma- sar de quedar probada su gran incidencia– no están incluidas
yor, es decir nuestro derecho a percibir de forma íntegra nuestras dentro del cuadro de enfermedades profesionales del cuerpo de
retribuciones en un contexto donde queda probado que la inca- docentes. Ante lo injusto de esta situación pedimos que cuanto
pacidad temporal es debida a una contingencia profesional. antes se redacte un Estatuto docente donde, de una vez por to-
das, se reconozcan las enfermedades psicosociales como enfer-
No hay día en el que, por desgracia, algún profesor no se vea in-
volucrado- hablo con conocimiento de causa- en algún proceso medades inherentes al sector de la educación y se incluyan en el
de mayor o menor calado donde injustamente se cuestione su mismo.
profesionalidad, su ética o su trabajo. No hay día en el que a al- Escudarse en la necesidad de demostrar la relación causa-efecto -
gún profesor no se le someta al tercer grado con acusaciones más aspecto sobradamente demostrado en estos casos -para que una
o menos graves que resultan falsas como se demuestra o bien ad- patología pueda estar incluida en el cuadro de enfermedades pro-
ministrativamente o en el Juzgado donde ha sido denunciado. fesionales detallada en el Real Decreto 1299/2006, no es argu-
Algunas de estas denuncias te pueden quitar el sueño, generar an- mento convincente. No es una epidemia pasajera, no. Estas en-
siedad..., pero otras, son tan graves y con un calado tan hondo, fermedades son el producto de un ambiente laboral propiciado,
que van a marcar un antes y un después no solo en el desarrollo entre otras cuestiones, por la poca consideración que hacia el pro-
de su profesión sino en su vida personal. fesor se tiene a todos los niveles.
¿Acaso se ha buscado el pro-
fesor o ha podido controlar
la maledicencia de algún pa-
dre, madre o alumno que le
lleva ante un Juzgado?
¿Acaso, cuando la falsedad
que se trasmite es tan grave
que, de no resolverse favo-
rablemente, podría impli-
car inhabilitación de por
vida o pena de cárcel, el do-
cente puede hacer otra cosa
que preguntarse si todo no
será un mal sueño?
El insomnio, las crisis de an-
siedad, la depresión, junto
con las consecuencias tanto
físicas como mentales que
estas dolencias conllevan
conducirán inexorablemente
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