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EDITORIAL
Otro dato nos muestra, confirmando la tendencia del curso pasado, que la incidencia de los conflictos en
Primaria se equipara a los casos de Secundaria. Por lo tanto, la conflictividad ya no se da mayoritariamente en
la Educación Secun daria Obligatoria y en las enseñanzas de F.P. sino que se reparten por igual en ambos tramos
educativos.
Todas las situaciones anteriormente descritas están provocando serias consecuencias en el estado emocional y en
la salud mental de los docentes. Sin pretender extrapolar estos porcentajes a todo el profesorado, y ciñéndonos
exclusivamente al número de casos atendidos, resulta que el 70% de los profesores atendidos presentaba ansie-
dad, el 12 % estado depresivo que llegaba a producir un el 9% de bajas laborales. Estos datos trascienden al
propio docente puesto que un profesor con estado emocional alterado, además del sufrimiento personal que
debe soportar, reduce significativamente su rendimiento profesional, lo que disminuye la calidad de la educa-
ción. En este sentido las bajas laborales generan un coste para la administración y una modificación de la pro-
puesta pedagógica para los alumnos. El daño lo producen unos pocos, pero las consecuencias se extienden hacia
todo el alumnado con el que interactúa el profesor agredido.
Nuestro compromiso con la mejora de la convivencia constituye una de las señas de identidad del trabajo de
ANPE. Nada nos gustaría más que el número de casos conflictivos en el futuro llegaran a ser tan insignificantes
que este servicio desapareciera. Pero estamos todavía lejos de este deseo y la realidad nos golpea sistemáticamen-
te cada día con las situaciones conflictivas que se producen en las aulas y que afectan a profesores y a alumnos.
Por eso desde el análisis y valoración de los casos atendidos este curso, junto con la experiencia acumulada en
los últimos años propusimos la elaboración de un Plan Estratégico Nacional de Mejora de la Convivencia
Escolar. Dicho Plan, junto con los protocolos aprobados en algunas CCAA, deben ser coordinados por el MEC
buscando la implicación y la participación del profesorado, para finalmente ser conocido y aplicado en todos
los Centros y aprovechar con ello la experiencia de todas las buenas prácticas educativas e iniciativas que están
surgiendo con el objetivo de mejorar el clima de convivencia escolar.
La mejora de la convivencia y la erradicación de cualquier conflicto y situación de violencia en las aulas debe
ser un compromiso y una tarea permanente de todos para lograr que el proceso educativo se realice con absoluta
normalidad. La Escuela debe ser el lugar de la convivencia y el aprendizaje que forme ciudadanos libres y res-
ponsables para, desde una educación en valores, contribuir a la transformación y mejora de nuestra sociedad.
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