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EDITORIAL
Por tanto, si no hubiera pacto ¿volvemos a la aplicación de inicio de la LOMCE en lo regulado para las
evaluaciones?, o, lo que se acordó como transitorio en el mencionado RD se mantendrá con carácter
indefinido. Porque no sólo están condicionadas las evaluaciones y el diseño curricular, hay otros retos
pendientes y algo habrá que hacer, más pronto que tarde, para afrontar y resolver estas cuestiones:
Algo habrá que hacer para vertebrar y cohesionar nuestro sistema educativo o permitimos que se desgaje
irremediablemente en 17 mini sistemas, porque ello es fundamental para garantizar principios como la
igualdad de oportunidades y la cohesión social en todo el territorio nacional. Y ello afecta a la definición
de los contenidos básicos y comunes, a la regulación y el derecho del castellano, haciéndolo compatible,
y de ningún modo subsidiario con las lenguas vernáculas, al establecimiento de las evaluaciones censales
y de diagnóstico en los niveles obligatorios y a la propia regulación de los cuerpos docentes. Necesitamos
elaborar una EBAU de carácter estatal homogénea que garantice la igualdad tanto en los contenidos
como en los criterios de evaluación.
Algo habrá que hacer para impulsar la escuela pública como eje vertebrador del sistema educativo, sin
exclusión de otras redes, al mismo tiempo que alcancemos un acuerdo básico de financiación que per-
mita acometer las reformas necesarias en igualdad de condiciones en todo el Estado.
Algo habrá que hacer para abordar de una vez por todas la situación del profesorado y su futuro profe-
sional, que dé respuesta al diseño de la profesión docente, en un doble aspecto: una ley de la profesión
docente y un Estatuto del Profesorado, que defina como atraer a los mejores profesores a las aulas, como
formarlos y como regular una carrera profesional que haga atractiva y motivadora el desempeño de su
función y que contemple unas retribuciones equiparables en todo el Estado.
Todas estas cuestiones, y algunas otras, habrá que abordarlas con pacto o sin él. Por ello apelamos a la
responsabilidad de todos, para que, si no es posible el pacto, logremos al menos un acuerdo de mínimos
sobre estos aspectos básicos, que saque a nuestro sistema educativo del estancamiento e inestabilidad en
el que se encuentra.
Corresponde al Ministerio de Educación, junto con las CCAA, liderar, coordinar e impulsar las reformas
necesarias, sin más dilación ni excusa. Porque el sistema educativo no puede seguir rigiéndose por la tran-
sitoriedad y la incertidumbre al que se ha visto sometido en los últimos años.
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