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EDITORIAL
¿Hacia dónde va nuestro sistema educativo?
L comienzo de la nueva legislatura nos dibuja un complejo panorama en el ámbito educativo. Las
iniciativas parlamentarias para paralizar y derogar la LOMCE en el Congreso y el compromiso del
Gobierno de suspender las reválidas y dejar sin efecto las medidas pendientes de aplicación de la
ELOMCE abocan a unos cambios inminentes en la regulación de nuestro sistema educativo.
Desde, ANPE ya advertíamos en el proceso de gestación de la LOMCE que ésta no era la
reforma profunda y definitiva de nuestro sistema educativo, con carácter estable y con
La idea de
vocación de perdurabilidad, que más bien se trataba de una reforma transitoria, que en
alcanzar un pacto un plazo no muy lejano tendría fecha de caducidad. La prepotencia y sinrazón del
social por la educación es anterior equipo ministerial, lamentablemente respaldado por el Gobierno, que no
encomiable y merece la pena quiso buscar el mínimo consenso político y social ni tan siquiera acuerdos parciales
con la comunidad educativa para poner en marcha algunos de los mejores objetivos
intentarlo, sabiendo que el
contenidos en la reforma, que resultaron mal diseñados y peor ejecutados y que de
pacto es un medio y no haber sido planteados de otra manera en su redacción final, tal vez hubieran permiti-
un fin en sí mismo do dotar de solidez a aquellas propuestas y rebatir a los que solo buscaban la confron-
tación ideológica ante cualquier reforma educativa.
Pero esto ya es sólo historia, y el reciente acuerdo por el que se crea una Subcomisión en el
Congreso para la elaboración de un gran Pacto de Estado Social y Político por la Educación da el tiro de
gracia a una Ley que nació sin consenso, en un escenario de recortes, y que después de tres años de vigen-
cia ha evidenciado numerosos problemas de aplicación. Dicho pacto servirá de base para que el Gobierno
elabore un proyecto de Ley Básica de Educación, que sustituya la legislación vigente, y que nazca con voca-
ción de estabilidad a partir de un amplio acuerdo parlamentario y social.
Por tanto nos encontramos en el punto cero de partida, peor aún, ante una complicada labor de desmon-
taje jurídico que durará bastante tiempo hasta que la LOMCE sea finalmente sustituida por otra Ley.
Ante todo ello nos preguntamos: ¿Hacia dónde va nuestro sistema educativo? Porque para salir de esta
situación está claro que es imprescindible un Pacto o Acuerdo de Estado entre los principales partidos polí-
ticos y los demás agentes sociales de la Comunidad educativa para sentar las bases de esa futura ley de edu-
cación, pero el camino a recorrer no va a ser fácil, ni mucho menos.
Es verdad que tenemos un buen punto de partida para impulsar un acuerdo básico: el artículo 27 de la
Cons ti tución, verdadero pilar del Pacto de Estado. Pero, para conseguir una educación de calidad buscan-
do la equidad que nos equipare con los países más avanzados de nuestro entorno, será necesario abordar
aspectos básicos como la vertebración del sistema, su modelo y estructura, la financiación de la enseñanza,
el desarrollo profesional de los docentes, el funcionamiento de los centros, y la coordinación y cooperación
entre todas las administraciones educativas para asegurar la implantación de cualquier reforma. Y hemos
dicho más, no hay sistema educativo que resista una nueva Ley Orgánica de Educación con ocasión de cual-
quier cambio de gobierno y, además, la educación debe ser un asunto de Estado y no de partido. Pero, desde
nuestra voluntad colaboradora en la búsqueda del pacto o acuerdo, también tenemos que mostrar nuestro
escepticismo porque conocemos la encrucijada en la que se encuentra la educación en España.
A partir de ahora todos se tendrán que retratar. Ya no vale la oposición sistemática a una Ley que, efecti-
vamente, ofrecía muchas carencias, pero no es menos cierto que hace seis años, con Ángel Gabilondo de
Ministro, se intentaron sentar las bases de un pacto para abordar cambios en nuestro sistema educativo por-
que también la LOE-LOGSE había evidenciado sus carencias para dar respuestas a un sistema educativo
moderno y de calidad.
Corresponde ahora a los principales partidos políticos construir un relato veraz de lo que quieren hacer con
la educación para los próximos años. El partido Popular, después de esta fallida experiencia, tendrá muy
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