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EDITORIAL
Las evaluaciones que vienen
A entrada en vigor de la LOMCE supone la aplicación de un nuevo sistema de evaluaciones, pruebas externas, censales
Ly estandarizadas.
En este curso escolar se aplicará la prueba de 3º de Primaria, una evaluación de diagnóstico que debe ir enfocada a detectar
las dificultades de aprendizaje y, en consecuencia, poner en marcha medidas de apoyo y refuerzo al alumnado. Medidas, que,
debido a los recortes en educación, que han afectado a la disminución de las plantillas de los centros docentes, a la supresión
de programas y al aumento de la ratio profesor-alumno, entre otras, son difíciles de llevar a cabo.
En el curso 2015-16 se aplicará la prueba de 6º Primaria que permitiría comprobar el grado de adquisición de
las competencias lingüísticas, matemáticas y en ciencia y tecnología, así como la superación de los
objetivos de la etapa de Educación Primaria. Ambas pruebas tienen carácter orientador y no
Las evaluaciones académico y deberían estar dirigidas a valorar el aprendizaje del alumnado y a establecer planes
externas tendrán sentido para su recuperación y la mejora y éxito escolar en aquellos centros cuyos resultados sean
inferiores a los valores establecidos.
si responden a un
instrumento para el diagnóstico La primera evaluación final de 4º de ESO y 2º de Bachillerato se realizará al finalizar el curso
2016-2017 y en ese curso aún no tendrá efectos académicos, aunque sí se tendrá en cuenta
del progreso en el aprendizaje, a para el acceso a la Universidad. La evaluación final que se realice al finalizar el curso 2017-
la homologación de contenidos 2018 sí tendrá efectos académicos.
y a la aplicación de Conviene ante este borrador hacer una serie de consideraciones: ANPE no se opone a la
programas de decisión de incorporar al sistema educativo evaluaciones externas, que han de ser estructuradas
y coordinadas por el Ministerio para que resulten efectivas a la hora de diseñar programas y
recuperación políticas específicas. Pero la valoración de las competencias, destrezas y habilidades del alumno y la
evaluación de su aprendizaje deben traducirse en refuerzos y apoyos positivos para el alumnado, que
le ayuden a alcanzar sus objetivos y no se dirijan a establecer un sistema de clasificación de centros que nos
llevaría a una carrera anual para supeditar el aprendizaje a los resultados de la pruebas a los rankings de los centros, perdiendo
con ello el verdadero objetivo de diagnóstico y recuperación del alumnado para alcanzar el éxito educativo.
Para ANPE estas evaluaciones externas sólo tendrán sentido si responden a un instrumento para el diagnóstico del progreso
en el aprendizaje, a la homologación de contenidos y a la aplicación de programas de recuperación, y vayan precedidas de
un refuerzo previo de la evaluación continua e interna.
Otro aspecto a tener en cuenta en estas evaluaciones es que las pruebas serán aplicadas y calificadas por profesorado externo
al centro. Ante esta medida, ANPE defiende que las evaluaciones deben ser realizadas por funcionarios docentes para garantizar
la objetividad, la independencia y la eficacia, y así evitar la intervención de empresas privadas que pueden dejarse guiar por
criterios meramente economicistas.
Uno de los temas más controvertidos del reciente borrador es el diseño de la prueba final de Bachillerato que los alumnos
tendrán que aprobar para obtener el título, que incluye 350 preguntas tipo test con cuatro respuestas a elegir. Para ANPE,
el diseño de estas pruebas es insuficiente para evaluar la adquisición de determinadas competencias: destrezas y habilidades
como la expresión oral y escrita, la resolución de problemas y valorar la capacidad de síntesis, entre otras. Dicha prueba está
muy alejada de evaluar la madurez del alumno en su proceso de aprendizaje.
Las evaluaciones, como todo el desarrollo normativo de la LOMCE, serían más efectivas si se hubiera alcanzado un consenso
educativo previo, con la participación del profesorado, que es quien tiene que poner en marcha y aplicar las reformas. Falta
mucho todavía para la entrada en vigor de las evaluaciones de la ESO y Bachillerato, máxime cuando está por delante un año
de elecciones a todos los ámbitos y, como viene sucediendo en todo el desarrollo reglamentario de esta reforma, la ideologización
y la estrategias electorales y partidistas se imponen al debate sereno y a las respuestas y retos que necesita nuestro sistema
educativo.
Frente a la actitud de los que se oponen sistemáticamente a cualquier propuesta de cambio sin hacer ninguna contrapropuesta
de mejora, en ANPE no nos resignamos a agotar todas las vías de diálogo y negociación para contribuir a la mejora permanente
de la educación. Por eso hemos reiterado la necesidad de conseguir un pacto educativo de mínimos que siente las bases para
dotar de estabilidad al sistema, al margen de los cambios de gobierno, y contribuya, en definitiva, a mejorar la calidad de la
educación en España y la situación de su profesorado.
Abril - mayo 2015 3