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EDITORIAL
ANPE ante otro curso polémico
ANPE ha cumplido con
lo que prometió al
profesorado hace treinta y seis
años, lo mismo que promete
ahora: ser la voz del
profesorado
L pasado mes de junio, un equipo renovado tomó las riendas de ANPE con una
convicción y un compromiso de acción que resumió el lema del VII Congreso Estatal
Ede ANPE con estas palabras: Más educación, más profesorado, mejor futuro.
Esta renovación nos permite ahora, al inicio de un nuevo curso, presentarte a ANPE desde la solidez que nos confiere
una trayectoria de treinta y seis años de trabajo coherente a favor de la enseñanza pública y el profesorado, y con la
mirada puesta en un futuro más complejo aún que el presente pero que afrontamos sin miedo y con ideas y propues-
tas renovadas.
La situación actual del sistema educativo, maltratado por la ideologización de sus gestores y por la crisis económi-
ca, marca con tenacidad la ruta hacia el pesimismo. Los docentes de la enseñanza pública estamos saturados de
leyes educativas sin consenso, partidismo en las propuestas, debates estériles, falta de coordinación en las políticas
estatales y autonómicas y, desde los últimos cinco años, recortes presupuestarios indiscriminados e injustos que no
solo han complicado hasta el extremo la dinámica educativa de los centros sino que han llevado al profesorado a
unas condiciones laborales y profesionales que nos han retrotraído a otras épocas.
En este marco, el trabajo de un sindicato independiente –cuyos empeños son, básicamente, la dignificación de la tarea
profesional docente y la mejora de la educación– parecen esfuerzos inútiles. Los clásicos nos aconsejaron evitarlos por-
que “conducen a la melancolía”. En ANPE no podemos ocultar que hemos sufrido el desgaste moral de apostar por un
Estatuto Docente que no llega, por las mejoras para el profesorado contra la corriente del retroceso, por la adecuación
de la reforma educativa a las verdaderas necesidades de alumnos y profesores. Pero no podemos ocultar tampoco que
somos docentes y por tanto nuestra herramienta principal es el optimismo, la esperanza.
El trabajo de ANPE ha contribuido a cambiar muchas cosas en los últimos años, pese a todas las dificultades con las
que nos hemos encontrado. Con el trabajo constante, siempre en busca del equilibrio y la coherencia, hemos puesto la
educación en el centro del debate social; ha calado el mensaje de que es importante defender al profesor, apoyarle en
su tarea. Si no hubiéramos efectuado una constante denuncia de la situación real de las aulas, si no hubiéramos puesto
en marcha el Defensor del Profesor, un servicio que cada año recibe miles de solicitudes de ayuda por parte de docen-
tes sometidos a situaciones de conflictividad y violencia en los centros. Si no hubiéramos afrontado con la cabeza alta
y las ideas claras el rechazo de otras organizaciones a esta iniciativa, tal vez hoy no se hablaría con naturalidad de auto-
ridad docente ni estaría reconocida y legislada a nivel de Estado y de comunidades autónomas.
Si no hubiéramos aportado sentido común y profesionalidad a los debates desenfocados por los intereses partidistas, tal
vez no hubiera calado en la sociedad la necesidad de sustentar la educación sobre una buena política del profesorado.
Así que, sin falsa modestia, con el mismo sentido común que procuramos emplear siempre, nos atrevemos a decir que
algo hay de ANPE en la presencia de la educación en todos los informativos; algo hay de ANPE en la encuesta 2014
del CIS que sitúa al profesorado como la segunda profesión más valorada por los españoles; algo hay de ANPE en que
la más alta autoridad del Estado, en su discurso de toma de posesión el pasado mes de junio, hiciera un homenaje a sus
maestros.
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