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EL RINCÓN DEL DEFENSOR DEL PROFESOR
UNA DOSIS DE RESPONSABILIDAD
Por Inmaculada Suárez,
secretaria estatal de comunicación.
Coordinadora estatal del Defensor del Profesor
Hace pocos días algunos medios de comunicación se hacían eco de una
novedosa iniciativa en la Comunidad de Valencia: Los alumnos expulsados
de clase realizarían trabajos sociales en sus municipios a partir del
próximo curso.
Los problemas de convivencia en las aulas son una
de las batallas que se libran día a día en los centros La formación de la personalidad
y o la ganamos entre todos o corremos el riesgo de es un aprendizaje que se empieza
dejar por el camino entre los despojos de la con-
tienda nuestra salud, una educación bajo mínimos y a fraguar en la infancia y que
unos adolescentes incapacitados para hacerse cargo si se quiere llevar a buen término,
de su propia vida tanto laboral como emocional.
límites y responsabilidad son
Cumplir y hacer cumplir, esta es la cuestión. Sí ade-
más de asumir cada uno las consecuencias de sus ac- elementos imprescindibles
tos, añadimos un plus de formación en el individuo,
habremos abierto un flanco muy importante en la
también es cierto que muchos de nuestros alumnos
resistencia que ofrecen nuestros alumnos y adoles-
centes de ponerse en el lugar del otro y así dejar de necesitan asumir una dosis de responsabilidad si pre-
tendemos que maduren como personas y que no
mirar de una vez por todas a su propio ombligo.
queden atrapados en “el país de nunca jamás” car-
Acertaremos en el diagnóstico si reconocemos que gando toda su vida con su complejo de Peter Pan.
desde su más corta edad el niño se convierte en el ¿Y qué mejor entrenamiento que como sujetos
centro de la vida familiar y hace propio el lema “dar agentes formen parte de nuestra sociedad de una
poco (o nada) y recibir mucho”. Un lema que asu- forma activa?
men los padres en primera instancia hasta conver-
Cuando una sanción, en este caso la expulsión, viene
tirse, con el paso de los años, en paladines de ado-
lescentes irresponsables. Y ahí es donde esta inicia- acompañada como se pretende por medidas de co-
laboración y ayuda a los demás, se abre sin duda un
tiva puede beneficiarles y beneficiarnos. Es cierto,
no podemos meter a todos en el mismo saco pero camino de formación en valores para muchos de
nuestros adolescentes del que, estoy segura, todos
obtendremos beneficios: profesores, padres, socie-
dad y lo que es más importante los propios alumnos.
La voluntariedad en la aceptación y el cumplimiento
de esta medida es uno de los requisitos que se pi-
den para poder ponerla en práctica, requisito que
por otra parte servirá de termómetro parental para
comprobar hasta qué grado prevalecerá el “soste-
nella” no “enmendalla sobre la necesidad de edu-
car al adolescente despojándole de su poder abso-
luto para que comprenda que su libertad acaba
donde empieza la del otro.
Que el alumno no cumpla las normas de conviven-
cia es criticable, pero lo realmente incomprensible
es que personas adultas no reparen en que la for-
mación de la personalidad es un aprendizaje que se
empieza a fraguar en la infancia y que si se quiere
llevar a buen término, límites y responsabilidad son
30 elementos imprescindibles.
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