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La firma invitada
Sin embargo, una maldición ha caído sobre la mi- Entrar en el aula es medir, valorar, sentir, escuchar,
lenaria estirpe de artistas maestros. La peor de las calcular, elegir, actuar... ¡Arriesgar!... ¡Dar clase es
maldiciones: aquella que hace que uno ya no sepa un constante riesgo!... ¡Y crecer!...! Y aprender: el
quién es en realidad, olvidándose de su verdad, del profesor es el eterno alumno! Como el más con-
sentido de su obra, del fin de sus fatigas. Y por cienzudo escultor, músico o arquitecto, el maestro
culpa de este hechizo fatal, tan grosero y tan mo- transforma el espacio y el tiempo en mundos pre-
derno, los maestros siguen ejerciendo su arte sin cisos, en momentos de encuentro, en instantes de
ser conscientes de la grandeza de su trabajo. infinita posibilidad. Ese es el noble arte del maes-
¡Terrible locura! La sequía poética que azota al tro.
mundo ha truncado la visión de los ciudadanos na- Nadie sabe lo que es dar una clase hasta que no
cionales, que al revés que Don Quijote, ven simples se ha colocado delante de un grupo de alumnos,
molinos donde hay gigantes y a Aldonza Lorenzo del mismo modo que nadie sabe lo que es el tea-
donde está la bella Dulcinea. tro hasta que no se ha puesto delante de un patio
de butacas, o nadie sabe lo que es ser pintor hasta
Para nuestro “primer mundo”, tibio y ocioso, es-
que no ha sentido el desierto existencial y mudo
clavo de las meras cosas y entregado al exceso de
de un lienzo en blanco. Porque ante todo, el ar-
todo lo prescindible, el maestro ya no es un artista.
tista necesita valor.
Es un trabajador más, eso sí, con demasiadas va-
caciones y demasiado pocas horas semanales de fa- Y el maestro, en mucha mayor medida y como
ena. Un ciudadano medio que repite año tras año buen artista, también lo necesita. Porque se en-
sus mismas clases aprendidas en sus primeros cur- frenta al público más exigente del mundo: los ni-
sos de ejercicio profesional. Un fulano que no as- ños y los jóvenes, cuya condición intrínseca reclama
piró a más, y que no encontrando mejor carrera, siempre Verdad. Y Verdad es lo que tiene que en-
optó por la docencia como última alternativa para tregar el maestro: Verdad en su mirada, en su vo-
que no falten las lentejas en la mesa y las facturas cación, en su amor por lo que enseña. Verdad en
pagadas en el banco. Un pseudo-intelectual, ge- su pasión, en su presencia, en sus palabras. La
neralmente trasnochado (nunca volvió a estudiar Verdad disfrazada de cualquier asignatura ( Ay!
Las asignaturas… pero si el Conocimiento es
desde que entró en el aula), que ejerce su único y
patético poder suspendiendo o aprobado a sus UNO!). Verdad de las muchas verdades que hay.
alumnos, a los que, con frecuencia, tiene una ma- Eso lo único que educa a las personas, lo que nos
abraza al mundo, lo que nos devuelve a la gran-
nía feroz.
deza de nuestra realidad en el Universo. Porque,
Este es el monstruo docente que ha diseñado en definitiva, la obra de arte del maestro son sus
nuestro mundo de mercaderes y prestamistas. En alumnos. Y esto convierte a la enseñanza, ya no en
esta bestia se ha transformado el príncipe del viejo un arte, sino en el más grande y más trascendente
cuento. Y lo más cruel es que, esclavos de la impía de todos ellos.
Circe, los cerdos se han creido su metamorfosis, y
Así pues, este es mi mensaje: ¡Arriba profeso-
empiezan a conformarse con su puerca condición.
res!... ¡Despertad del letargo!... ¡Romped el he-
Maldición de maldiciones. ¿Dónde están los eter- chizo! ¡Volved a nacer a la excelencia de vuestro
nos artistas de la enseñanza? ¿Saben ellos quiénes ARTE!... ¡Vuestra profesión es poesía, magia y de-
son? ¿Se han olvidado de su altísima misión, aque- voción!... ¡Vuestro premio es el mismísimo fu-
lla que estaba llamada a cambiar el mundo?... No turo!... ¡Sois héroes anónimos que construís el
lo sé. mundo y lo podéis convertir en un lugar mejor!. Y
estáis por encima de gobiernos, de leyes, de cha-
Por eso lo quiero volver a decir. No, a decir no. A
GRITAR: puzas, de partidos, de políticos y demás esperpen-
tos mediáticos, tan prosaicos, tan feos…!. ¡Dejad
¡Maestros!: Enseñar es un ARTE. Un arte de la tras- de purgar con sangre la terrible cordura de los
misión y de la palabra. Un arte de la presencia y de idiotas!
la atención. De la escucha… de la entrega. Un arte
Protestad todo lo que haya que protestar porque
de mil recursos en el que los ingredientes nunca
tenéis razón. Pero por Dios, no protestéis como es-
son suficientes: silencios, gestos, movimientos, ma-
clavos. Protestad como hombres libres. Hombres
tices, tiempos, sorpresas, preguntas, respuestas,
libres que construyen y no sólo se quejan. Y jamás
juegos, viajes, diálogos… Todo ello hábilmente en-
olvidéis que vuestro verdadero poder está en las
tretejido con información, ideas, conceptos, mate- aulas, y que sois vosotros, y no los feos, los que es-
rias, reflexiones… Una deliciosa puesta en escena, táis modelando con vuestro arte a los hombres y a
en el más riguroso directo, para conducir la des- las mujeres del mañana.
bocada energía de veintitantos alumnos, en me-
nos de una hora, y llevarla hasta los altos parajes Publicado en El Confidencial,
de algún tipo de sabiduría. Casi nada… 30 de septiembre de 2011 27
OCTUBRE 2011