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Colaboraciones
MAMÁ... ¿QUIÉN ES RESPONSABLE
DE MI MALA EDUCACIÓN?
Por Iñaki Fernández Suárez, maestro del CEIP Casarrubuelos, Madrid
Si me lo permiten... Series de televisión, programas de tertulia, de corazón,
telenovelas, telediarios, e incluso dibujos animados indecorosos...
¿Nos hemos detenido un instante a evaluar el con-
tenido educativo que esconde este tipo de emisio-
nes? Lo penoso del asunto, es que estos desechos te-
levisivos gocen de total impunidad llegando a ocu-
par, para mayor escarnio, gran parte del horario in-
fantil. Los usuarios no denunciamos a las cadenas,
ni siquiera cambiamos de canal o apagamos el tele-
visor, puesto que entretiene y distrae a nuestros hi-
jos, de tal modo que no demandan nuestra atención
y nos dejan tranquilos por un buen rato, ¡qué có-
modo y sencillo resulta! ¿Verdad?
Por lo que un servidor ha podido comprobar en la
escuela, un elevado número de alumnos permane-
cen asiduos durante largas temporadas a series tele-
visivas que albergan personajes ficticios, de mal
gusto, y vacíos tanto de principios como de valores nuestro pequeño acaparaba cada segundo de nues-
tro tiempo, nos sorprenderían los numerosos mo-
éticos y cívicos, los cuales, deberían ser propios del mentos en los que procedimos a tomar cada una de
asentamiento de pilares fundamentales que nutren
su desarrollo psicosocial. Gran parte de las familias, las precauciones posibles, habidas y por haber, con
el fin de que el “delicado pequeño”, creciera en un
no alcanza a entender lo influyentes y peligrosas que
pueden llegar a ser, hasta el extremo, de que algu- ambiente saludable: fuera humos; esterilización
continua de biberones, chupetes y otros enseres cu-
nos alumnos adquieren y consolidan un rol ante los linarios; chichoneras en la cuna y cómo no, “Mozart
demás (en numerosas ocasiones temerario), salpi-
cando desprecios, acciones tiranas, rencores, desver- music” para convertirse en todo un “Einstein” el día
de mañana. Sin embargo, cuando alcanzan deter-
güenza, venganza, actos obscenos y una descarada
falta de respeto ante iguales y adultos que, en mul- minada edad, somos capaces de abandonarles a su
suerte, ¡como si a los tres años estuviesen ya prepa-
titud de ocasiones, culmina en consultas a psicólogos rados para batallar por sí mismos!
y otros profesionales de la conducta, cuya última de-
terminación viene siendo la distribución de fárma- Por lo tanto, la educación no finaliza en el momento
cos que “parchean” temporalmente el problema. en que comienzan a andar, ni en el que afloran sus
primeras palabras. Tampoco con el principio de la
Si realizáramos un esfuerzo mental y retrocediése- primaria, ni siquiera en la etapa puberal, ni mucho
mos a los no tan lejanos tiempos en donde la ilusión
menos en la adolescencia...
del embarazo, y de los primeros meses de vida de
Somos responsables de la creación humana, del só-
lido cincelado tanto de sus ideas como comporta-
mientos, del asentamiento final de la persona ínte-
La educación no finaliza gra, orgullosa de sí misma y de sus educadores, que
en el momento fuimos aquellos que se detuvieron al menos un ins-
tante, a reflexionar en qué podría culminar, cada
en que comienzan aleteo generado por la mariposa que merodea los
a andar, alrededores de nuestros hijos.
ni en el que afloran Y ya saben, qué será mi hijo de mayor también de-
pende de nuestra implicación.
sus primeras
“Guía por el buen camino, crearás al dueño de su
palabras. propio sino”. 39
MARZO 2013