REVISTA ANPE 621

O P I N I Ó N 19 Y, para conseguirlo necesitamos hacer varias cosas. Habrá que fijar plantillas, reducir ratios y habrá que reducir las horas lectivas para incrementar las horas de forma- ción. Habrá que reducir los procedimientos burocráticos de asistencia, revisión, evaluación y también las horas de re- unión. Habrá, sobre todo, que aumentar las horas de formación, pero no en cursos en los que se consigue un certificado por la asistencia, sino proyectos forma- tivos de centro en los que sean moti- vados, incentivados, ilusionados. Como decía Ken Bain (2006), la pasión deter- H UELLA en la sociedad, huella en las familias, huella en el alumnado, pero también entre los docentes. Nunca como ahora se había hablado tanto de salud mental y, para colmo, nos vienen los datos de Pisa. Los malos resultados de España en Pisa han traído la necesidad de ahondar en lectura y matemáticas, y parece que he- mos olvidado lo importante, y lo más importante en un sistema educativo son los docentes y habrá que cuidarlos. Ya lo hemos señalado con anterioridad, los docentes, en general, están pasan- do una mala racha, pues cada día se encuentran más presionados por un alumnado más difícil y más conflictivo; presionados por las familias, muchas de ellas con un solo hijo y por ello más exi- gentes; y presionados por el currículo inestable con unas leyes cambiantes; y ahora, también, por los datos de Pisa. Tenemos por tanto que cuidar a nues- tros docentes porque solo si ellos están emocionalmente bien, trasladarán esa salud mental al alumnado. Su autoes- tima, su resiliencia, su motivación son claves para desarrollar la salud mental de nuestros hijos e hijas. mina la diferencia entre los docentes buenos y los demás. Mi propuesta va en línea con la edu- cación emocional. Son ya muchas las iniciativas que a través de una forma- ción completa en competencias emo- cionales consiguen mejorar el estado de ánimo y la salud mental del profe- sorado. Para ello, se requiere, como he señalado, primero, un apoyo decidido de la Administración educativa; segun- do el respaldo del equipo directivo; ter- cero, el diseño por parte del orientador u orientadora o responsable de forma- ción de un proyecto de formación en centro de al menos siete meses; y, por supuesto, de la implicación de dos ter- cios de los docentes. Esta formación podría ser liderada por algún profesor o maestro del centro y coordinada por un experto en educación emocional, psicólogo, pedagogo o psicopedagogo externo con un probado programa for- mativo. ¡Ah! Y junto con todo esto, un cambio de mentalidad en toda la comunidad educativa convencida de que lo más importante, con serlo, no son las notas, ni siquiera los contenidos académicos, sino la salud mental de toda ella, fami- lias, alumnado y claro está, el motor de todo ello, los docentes. La pandemia no ha sido buena para el sistema educativo. El confinamiento, además de las dificultades para impartir y recibir clases nos empujó a separarnos y a no fiarnos los unos de los otros y eso nos ha dejado huella. “ Tenemos que cuidar a nuestros docentes porque solo si ellos están emocionalmente bien, trasladarán esa salud mental al alumnado”. Psicólogo. Miembro del Consejo Escolar de Aragón Dr. Carlos Hue Bienestar docente clave para una educación del siglo XXI

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