Revista ANPE 614

Opinión 23 Mayo-junio 2022 bates parciales; de distinciones entre tiempo objetivo y subje- tivo, así como entre tiempo de la organización y tiempo de la administración; de tiempos flexibles frente a rigidez horaria; de adaptación a los horarios a los objetivos de aprendizaje y otros conceptos que parecen poner en duda, de modo sutil, la idoneidad del modelo de jornada continua. No en vano, la autora hace referencia a un trabajo de 2019 de la Fundación Jaume Bofill y la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica de Cataluña, en el que se insiste en los perjuicios de la jornada continua para el alumnado y las familias, desde una apuesta por la jornada partida. Contrariamente a estos enfoques teóricos, la realidad es que la progresiva desaparición del modelo de jornada partida no parte de ninguna ola de regresión social y educativa, sino de la libre decisión de los propios centros. Y es que la jornada continua, presenta, a nuestro juicio, más ventajas que caren- cias. Desde el punto de vista del profesorado, es la más deseable de cara a la conciliación de su horario laboral y personal, y la que más le facilita las tareas de coordinación, formación y programación de su trabajo semanal, así como de atención a la función tutorial. En cuanto a las familias, es la que concede un mayor tiem- po para la convivencia entre los distintos miembros y la que otorga mayor libertad a la hora de planificar las actividades a desarrollar durante el resto del día. Y respecto al alumnado, no existe ninguna evidencia sólida de que su rendimiento académico o su salud se vean perjudi- cados. Muy al contrario, es el modelo de organización horaria que le permite disfrutar de mayor tiempo, tanto para el au- toaprendizaje como para la libre participación en actividades extraescolares. Además, la jornada continua no implica necesariamente que los centros docentes públicos permanezcan cerrados por las tardes, sin ofertar servicios para aquella parte del alumnado cuyas familias así lo requieran. Pero la satisfacción de esa de- manda social por parte de las administraciones competentes no debiera delegarse en el profesorado, sino en otro tipo de perfiles profesionales como monitores o educadores. En definitiva, si alguna regresión hay en este asunto, es preci- samente la que se propone desde ámbitos ajenos a la práctica docente no universitaria, en contra de la voluntad democráti- ca de la comunidad educativa. Esa es la pregunta, todavía sin respuesta, más allá de la in- compresible contestación ministerial que se me dio, en su día: “Sirve para acceder, pero no para equiparar” . Inhibiéndose de actuar en consecuencia. “Pasas más hambre que un maestro escuela” viejo adagio, fundado, por lo que nos han contado nuestros compañeros mayores cuando ingresamos allá por el año 1978, den mi caso. Afortunadamente ha pasado la época del hambre, pero quizás después de cerca de cien años, ha servido de inspiración a nues- tras autoridades para establecer unas condiciones de trabajo y remuneración diferenciadas al resto de cuerpos docentes.” Vie- nen del hambre… con un trozo de pan se conforman”. Algunas diferencias, estaban justificadas, como las retributi- vas, por el nivel de titulación exigido para el acceso, aunque siendo cierto que la titulación de licenciado ha requerido cin- co cursos y la de diplomado tres, no es menos cierto que, en mi persona con las de dos titulaciones, puedo corroborar que magisterio se finalizaba tras cursar 27 asignaturas y licencia- do con 25. Titulación inferior que requiere retribución menor, de acuer- do. ¿Pero el resto de condiciones diferentes? Para mí después de ejercer casi cuarenta años, me han resultado incompre- sibles. Horario lectivo, retribución de los órganos de coor- dinación docente, promoción, etc. y quizás el colmo de la diferencia, no sé con qué intención, haya sido y apreciado con la implantación de la LOGSE al incorporarse maestros a los IES a comienzos de los años 90: Se modifica la regulación del complemento de destino. Hasta esas fechas iba ligado con el nivel de su puesto de trabajo, como es lógico, y eso facilitó que cuerpos docentes con nivel de diplomatura o inferior no sufrieran discriminación y sí equiparación. Radicalmente se Hace ya más de una década que ha cambiado el Plan de estudios de magisterio, con la implantación y desarrollo del Plan Bolonia desaparecen viejas titulaciones de licenciatura y diplomatura, implantándose la titulación de GRADO, para todos. Reales Decretos que establecen y regulan la equiparación de las ya viejas titulaciones, y a partir de ahí… ¿Qué? Maestros: Equiparación, no discriminación Por Manuel Diez Diez, Maestro nacional jubilado. Ex Secretario estatal de ANPE

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