Revista ANPE Nacional nº 606

Opinión Noviembre-diciembre 2020 29 Por Saturnino Acosta García, Presidente de ANPE Cáceres Y es que necesidad obliga, la económica, que no la sa- nitaria ni la educacional, pues aunque sea indiscu- tiblemente mejor la docencia presencial, tanto por la formación como por el carácter integrador de la educación en sí, tan alta distinción no fue otorgada durante el confinamiento domiciliario del pasado marzo, donde a fuerza de mucho tra- bajo y sacrificio, sin horarios ni descanso, de- mostramos que una educación al límite, pero educación al fin y al cabo, no presencial, era posi- ble, no deseable. Ser esenciales no depende de las ne- cesidades, ni del momento ni de la situación, de hecho, nuestro carácter esencial no depende, se es o no se es, y noso- tros, los docentes, siempre lo fuimos y lo seremos. No crean es tan sencillo como parece ser esencial. Se puede ser necesario, pero es muy difícil ser esencial. Necesario es saber escribir la vocal “o”, y puede hacerse incluso con un canuto, esencial es trabajar la grafomotricidad con los más pequeños. Necesario es sumar, esencial es conocer el concepto de la suma para poder multiplicar, dividir y realizar operaciones matemá- ticas y físicas complejas. Necesario es escribir pero esencial es saber lo que escribes. Necesario es quedarnos con sus hijos mientras usted trabaja, esencial es transmitirles formación, co- nocimiento, curiosidad, estrategias, habilidades, también un amigo cuando haga falta, un abrazo, una sonrisa, comprensión, acompañamiento, en definitiva, valores universales. Por eso, el reconocimiento ahora obligado, o más bien la distinción que no distingue entre esencial, imprescindible o necesario, ni puede, debe o merece ser reconocido como la necesidad de una actividad eco- nómica, sino como la esencia vital pro- pia de cualquier individuo en sociedad y de cualquier sociedad para con sus indi- viduos, con o sin pandemia, con o sin confinamiento o restricciones, extemporá- neos y sin corolario. Sí, somos esenciales, pero existencialmente esenciales. Detrás de cada acto o acción por mínima o intrascendente que consideremos lleva la marca de aquel o aquella que nos guió, nos enseñó, o dedicó parte de su vida a nuestra vida. Definitivamente gracias por este nuevo título por desgracia más mobiliario que nobiliario, pero que ya teníamos, en el co- razón de nuestros alumnos, en usted que me lee y en el futuro de las generaciones que nos sobrepasarán. Ahora sólo queda que quién otorgó el título corresponda con el nuevo estatus y cuide y mime a éste su personal esencial, empezando por ga- rantizar las medidas sanitarias de distanciamiento y reunión acordes a tal merecimiento, luego reconociendo profesional- mente nuestra labor y por último, o por primera vez, distin- guiendo entre lo esencial y lo necesario, los docentes y los cen- tros educativos, el carácter asistencial y el educacional. No sabemos, los docentes de a pie, si alegrarnos o entristecernos por nuestra nueva condición de trabajador esencial, aunque siempre lo fuimos, ahora se nos reconozca efímeramente. Existencialmente esenciales Detrás de cada acto está la marca de aquel o aquella que nos guió, nos enseñó, o dedicó parte de su vida a nuestra vida

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